¿Manipulación y TV: existen alternativas de escape?
En ocasiones algunos nos preguntamos hasta qué punto somos manipulados por los medios de comunicación masiva. Otros consideran inocuas las acciones que emprenden éstos sobre nosotros mismos. Pero de una manera u otra, el impacto se reproduce de mente en mente, y de discurso en discurso.
El bombardeo publicitario en las calles y en todos lados, el sensacionalismo presente en la televisión, etcétera, son, a mi juicio, invasivos. En primer lugar, debido a que el discurso explícito en éstos está facultado para crear y representar realidades nuevas; en otras palabras, moldear la realidad y finalmente, reproducírnosla.
Pareciera que cada vez vivimos más en función de esta realidad moldeada, o que somos simples espectadores que vivimoen en función de ésta. No obstante, ¿Somos capaces de llevar a cabo acciones que aminoren estos efectos?.
Para esto surge la pregunta sobre los juicios valorativos. Sospechando que algunos observen este fenómeno a través de una mirada crítica y consciente, efectivamente existiría la esperanza de un “escape”, así como también existirían diversos niveles de conciencia sobre el fenómeno. Asimismo, quienes posean un espectro de posibilidades más amplios para escoger el cómo informarse, podrían llegar a abstraerse de cierta manera, llegando, finalmente, a acabar por sí mismos con este discurso homogéneo (por ejemplo, escoger la Internet como medio de información en lugar de la televisión, o la televisión por cable en lugar de la televisión abierta).
Pero no sólo la televisión y su propia especie de imprinting cultural, es, desde mi punto de vista, una herramienta a la cual podemos temer. Existen mecanismos más indirectos para, supuestamente, controlarnos. “Supuestamente”, porque para comprender este fenómeno es preciso, en primer lugar, hacerse la pregunta acerca de cuáles son las causas y cuáles son, obviamente, las consecuencias.
No es secreto que las prácticas de algunas empresas, sobre todo en cuanto a marcas y productos respecta, reproducen un modo de vida al cual podemos acceder si adquirimos dichos productos. Una seria de características positivas son las que éstos nos “pueden conferir”: Ser más atractivo (a), más exitoso (a), etcétera, pero ¿qué es lo que da origen a esta necesidad de serlo?, o más bien, ¿es real esta necesidad?.
No niego que este tipo de prácticas tengan consecuencias notorias sobre la sociedad. Hago énfasis en que, las herramientas que utiliza el marketing, como las encuestas (para ya sea conocer nuestras necesidades, tendencias de consumo, expectativas, etc), ¿son la causa o la consecuencia de que queramos vivir estos estilos de vida?, o ¿somos, acaso, seguidores de un estilo de vida reproducido por estos medios?.
abril 14th, 2009 at 21:45
La publicidad como tecnica de comunicación y persuasión, resulta sumamente efectiva, en el sentido de que en apariencia creemos que tenemos mera libertad, en cuanto a qué consumir y que no. Pero finalmente ¿ que tan real es esta supuesta libertad? realmente existe como tal, o es una mera ilusión. En realidad cuando compramos algo, ¿lo hacemos desde una necesidad real? como se plantea arriba. Yo creo que es una necesidad creada, pero de una manera tan eficiente, en donde no nos damos cuenta del caracter externo de ésta.
abril 14th, 2009 at 23:03
Marcuse diría: son necesidades ficticias.