En junio de 2005, FLACSO Argentina, organizó en Buenos Aires el Seminario Internacional "EDUCAR LA MIRADA, POLÍTICAS Y PEDAGOGÍAS DE LA IMAGEN".
Este Seminario fue una invitación y un desafío para acercarse a los diferentes y novedosos modos de producción de imágenes y analizar sus efectos en la sociedad y la cultura contemporáneas desde el ámbito específico de la educación.
David Benavente, director del Centro EAC, Artes de la Comunicación de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, fue invitado a participar en dicho evento con la siguiente ponencia.
por David Benavente
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Desde que comenzó la restauración de la democracia el año 1989, Chile ha vivido drásticas y sustanciales mutaciones que le han cambiado el rostro, el alma y sobretodo el sistema nervioso a los chilenos.
Algunos sostienen que hoy por hoy Chile es un país exitoso que sabe ocultar prolijamente su basura debajo de la alfombra, por ejemplo, su escandalosa desigualdad social y distribución del ingreso, su apestosa farándula, su impresentable sistema educacional, su mal disimulado racismo y repentina arrogancia, entre otros puntos negros que sería largo de enumerar. También cuenta, por supuesto, con muchísimos y buenos logros. ¿Quién podría negarlo? Pero es un hecho de la causa que ya se siente bajo la planta de los pies el escurridizo vaivén de las arenas movedizas que granulan a diario nuestras percepciones de lo real.
Todo cambia a velocidades galácticas. Ya no entendemos, a ciencia cierta, quiénes fuimos ni quiénes somos realmente. Tampoco sabemos si aún estamos arropados en nuestras antiguas identidades o bien nos hemos convertido en marionetas de carey activadas por el afilado e infeccioso poder de la farándula.
Incluso algunos opinólogos han levantado la hipótesis de que ésta sería una novedosa fórmula post moderna de movilidad social. Podríamos convertirnos, por efecto de la farándula y sin mayor esfuerzo, en famosos actores, cantantes, bailarinas, ventrílocuos, malabaristas, mujeres arañas, bellas durmientes adictas al ravotril, despistados astronautas chilenos, ciegos equilibristas sin cuerda floja o ganadores de un interminable sorteo para visitar Nueva Orleáns a mitad de precio en un 'reality' de nunca acabar.
En este peripatético salón de los espejos daltónicos ha ido desapareciendo, paso a paso, esa fina línea divisoria que permite distinguir Chana de Juana, lo borroso de lo traslúcido, la verdad de la mentira.
Aprender realidad
Las renovadas imágenes dramáticas y cinematográficas de Brecht, Becket, el Open Theater, David Lynch, Tarantino o Andy Warhol entre muchos otros, aparecieron a primera vista como excentricidades incomprensibles.
En realidad fueron imágenes alternativas que, desafiando las leyes de los aprendizajes convencionales, traspasaron las apariencias para develar realidad e identidad por entre los turbios engaños de todos los tiempos.
Esos lenguajes extravagantes, al parecer irreales, estaban saturados de certeros acercamientos a lo real. Su finalidad era aprehender la verdad en el sentido griego de “aletheia” que significa descubrir, comprender, aprender, revelar, dar luz, iluminar el sentido último de lo real profundo.
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