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Considerando así las cosas, podemos desplazarnos de un jardín a otro, siguiendo las señales del instinto, la intuición, o también recorriendo los laberínticos caminos de la razón. Respecto de estos últimos, mi mapa indica: que la vida psíquica ocurre en términos determinados culturalmente, porque la psique es un espacio que solo es concebible desde un conjunto de elementos simbólicos, específicos a cada cultura, que hacen posible el intercambio de impresiones sobre nuestra experiencia directa o contingente. De hecho, para conseguir informar a otro de nuestra experiencia privada o bien socializarla, requerimos de un meta-nivel que primero la abstrae y luego la deposita en el entendimiento colectivo, por medio de algún canal mediador (verbal, danza, producción artística etc.). Si el canal depende de una habilidad como hablar, escribir o dibujar importa menos que el hecho que los símbolos utilizados son casi siempre colectivos, inter-subjetivos o compartidos aun desde antes de emitir la descripción o inclusive antes de tener una experiencia cualquiera. De este modo, para iniciar una indagación sobre la mente humana, bastará con trazar la ruta de los símbolos representados en los mitos, en las nociones religiosas o en las escuelas del pensamiento de una cultura, para así emprender viaje desde estos hacia cualquier dirección.

Es por esto, que toda descripción de la mente -además de constituirse en un artefacto cultural- es potencialmente válida, por cuanto un sujeto cualquiera -sin importar sus credenciales académicas, sociales o étnicas- está consciente, tiene una experiencia mental y en el fondo, es un "usuario" de la mente, capaz de elaborar sobre algún aspecto de su forma y funcionamiento ( folk theory of mind ). Un sujeto cualquiera puede elaborar una versión de la mente, usando como punto de partida un grupo de símbolos compartidos, que al ser combinados con sus propias vivencia, adquieren un valor gestual.

En este sentido, diremos que los jardines visitados no se componen propiamente de descripciones absolutas sino que son productos de la experiencia contingente de un viajero, sobre otras culturas.

Al internarnos por el paisaje interdisciplinario sufrimos de los mismos percances y anécdotas que acontecen al emprender una travesía por un país extraño: nos cuesta darnos a entender, y entender a los demás. Para describir el trayecto y compartir esta información con otros también hará falta una bitácora capaz de sostener variados códigos y además mantener una mínima coherencia interna. Recordemos que para transmitir el mensaje habrá que por un lado acatar algún código, mientras que por otro es necesario ser fieles a la sorpresa del viaje y crear códigos nuevos desde la recombinación y el gesto.

Ahora, ¿cómo llegar desde el Arte hasta la Neurociencia ? ¿O viceversa? Los jardines de las disciplinas, cual jardines persas, son paisajes que emergen al interior de otras construcciones que los resguardan de las miradas casuales. Los muros son tendencias epistemológicas que han visto nacer a un jardín particular, acorazado por la historia. Por ejemplo, para llegar a paladear el paisaje de la electrofisiología cerebral, debemos atravesar los códigos de la física, la biología, y luego la neurociencia. Una vez allí, podemos visualizar al cerebro como a una tormenta eléctrica que se desplaza a través de un bosque de millones de células nerviosas.
Miscelaneous //

Sobre Mediación.
Si alguna vez hubo una polémica sobre la composición de la luz entre Goethe y Newton, hoy no hay sino que acuerdos implícitos: entre ingenieros que diseñan sistemas de detección y artistas de nuevos medios que aprovechamos su trabajo; entre matemáticos que programan algoritmos y artistas que usan y combinan filtros de Photoshop; o modelos de partículas en Director, entre otros ejemplos. Esto quiere decir que a la postre -y muy dentro de la línea Dada de Feyerabend- hay suficiente espacio, para que los artistas no tan sólo diseñen visualizaciones o interfaces para los científicos, o aprovechen sus computadores para generar imágenes con algoritmos prestados, sino que también para que los artistas utilicen las herramientas de la ciencia, para descubrir medios y mediaciones.

Dado que el Dadaísmo fue fundado sobre la base de la destrucción de sus propias definiciones, proporciona la libertad para deconstruir y reciclar cualquier fenoménica desde sus pedazos. Digo que hay pedazos, por cuanto toda observación de un fenómeno es inevitablemente implosiva: tal cual el sistema digestivo descompone una zanahoria en un pool de moléculas, nuestros órganos sensoriales y el cerebro, dividen para conquistar (e.g. una escena cualquiera es deconstruida en estímulos auditivos, sonoros, táctiles, olfativos etc. y luego re-construida en el cerebro). El Dada nos permite asumir esa condición biológica con sinceridad. Nos proporciona una plataforma cosmoslógica sin normas donde no se requiere invocar la iteración temática, ni a las operaciones repetitivas propias del branding para fundamentar nuestra situación en el oficio del Arte. Por el contrario, el Dada proporciona claves que son esenciales a la iniciación shamanica: el sacrificio y el cambio constante ("lo único constante es el cambio" o "todo fluye", de Heráclito). La percepción cotidiana implica la implosión sacrificial de las señales del medio en fragmentos de tiempo, mientras que la imaginación construye mundos reutilizando esos fragmentos. El Arte es una actividad que asume las negociaciones entre los mundos contingentes (actuales) y los "otros mundos" (e.g. mundos posibles , imaginarios , otredades , etc.). El artista administra como una antena, los flujos de fragmentos que emite y recibe, negociando una frontera que tranza con el numero de estos elementos y sus nubes semánticas asociadas. Esta complejidad conduce inevitablemente al sacrificio del agente creador, quien se ha situado por su propia voluntad en una frontera implosiva.

Respecto del cambio versus la iteración en el Arte, también se puede encontrar una clave biológica: los organismos son sistemas dinámicos que operan manejando energía contra el tiempo; un organismo estacionado en un patrón fijo es un organismo que muere. Pienso que la diversidad al interior del Arte, puede ser entendida como un sub-producto de la danza dinámica del cambio permanente, y también como un conjunto de implosiones, que regulan la energía para no convertirse en explosiones demasiado peligrosas. En esto se parecen las Artes Marciales a las Artes Plásticas: en que las acciones de la destrucción-creativa y creación-destructiva implicadas, coexistan en mutuo equilibrio para generar equilibrio y forma, como en una danza tribal, que mantiene la paz del individuo y su comunidad, por medio de la socialización ocasional de esas potencias.

 

ATRAS
     
    José Miguel Tagle
    MEDIOS, ARTE Y CIENCIA: CUATRO OBRAS
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