1998
La cartelera teatral chilena de la segunda mitad de los 90’ seguía evolucionando, con el surgimiento de nuevos rostros y estilos. Entre estos se destacaban la compañía La Puerta, bajo la dirección de Luis Ureta, que con “Informe para una academia” y “La voluntad de morir”, impuso calidad y profundo análisis en la dramaturgia, y la compañía Anderblú de Rodrigo Achondo, con “Rojas Magallanes” y “Módulo 7”, que proponía un teatro realista de la violencia y el enfrentamiento cara a cara con el espectador. Las historias de Achondo, a quien la crítica especializada bautizó como el Tarantino chileno, contenían mortíferos duelos entre narcotraficantes, autoridades corruptas, personajes en la frontera de la muerte, prostitutas marcadas por el fatalismo y sangre al por mayor.A pesar de sus grandes diferencias, estas obras fueron de las más desatacadas de la quinta versión del Festival de teatro a mil, a la que volvieron algunos de sus invitados históricos, como Fernando Villalobos, esta vez con “Los secretos íntimos de una sirvienta doméstica”, Benjamín Galemiri dirigiendo como siempre al Bufón Negro, ahora en “Cielo falso”, Arturo Rossel y Equilibrio Precario, en esta ocasión con el estreno de “Tres rosas y un gavilán” y su ya mostrado “El Ñato Eloy”. También estuvo presente el teatro La Balanza, con su obra “Misterio Violeta, Mitra la Alquimista”, dirigida por Verónica García Huidobro.
Entre quienes llegaban por primera vez a la Estación Mapocho, se encontraba la compañía Restos Humanos, que bajo la dirección de Francisco Melo, presentó “Restos humanos y la verdadera naturaleza del amor”. Claudio di Girólamo, por su parte, reponía en el marco del Festival “Los payasos de la esperanza” con el Taller Dos. Otros que compartieron escenario de la Estación Mapocho en 1998 fueron la Compañía Los Buscones con su montaje “Pide Tres Deseos”, en la dirección de Nelson Brodt, y Ramón Griffero con “Chile, Fertil Provincia”. El teatro callejero, en esta versión 1998, estuvo representada por “A sangre’ e pato”, con la compañía La Patogallina, “Caballo caballero”, la segunda obra de Equilibrio Precario presente en el festival, y Morisbalama con “Circoncert”. Como ya se había hecho tradición dentro de Teatro a Mil, también esta vez hubo presencia internacional. El gran invitado esta ocasión provenía por primera vez de fuera de América Latina, y era un hombre de danza: el coreógrafo francés Claude Brumachón, quien presentó “Los Ruegos”, una pieza creada especialmente para Chile e interpretada por los bailarines nacionales (…) La creación aborda problemáticas actuales, transmitiendo al público sensaciones cotidianas y contingentes, con la particularidad de unir durante 35 minutos la coreografía con el poema de Raúl Zurita, «Canto a mi amor desaparecido», leído por su propio autor. El programa internacional incluía también la renovada participación de la compañía ecuatoriana Malayerba, con su obra “Pluma”, dirigida por Arístides Vargas, y el grupo peruano Yuyachkani, presentando “No me Toques ese Vals”, en la dirección de Miguel Rubio. La presencia de Claude Brumachon en este quinto festival, tal como ya lo había anticipado la muestra de MERCOSUR el año anterior, constituyó un claro signo de cómo el festival se va abriendo paulatinamente a la danza. En esta ocasión, la danza chilena estuvo representada por “Tres Ejemplos de Mudez” de Nury Gutés.
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