1999
El verano de 1999, en su sexta versión, el Festival Teatro a Mil dio un importantísimo paso al salir por primera vez de los límites de Santiago.
El antiguo y señorial edificio del ex cine Velarde, transformado ahora en Teatro Municipal del puerto, fue escenario del así llamado Festival Internacional de Teatro de Valparaíso, que constituiría el inicio de un desarrollo que ha llevado al Festival de Teatro a Mil a múltiples ciudades y pueblos del país.Ya en 1997, se había presentado en el mismo escenario porteño la muestra del MERCOSUR realizada en Santiago en el marco del festival de ese año, pero en 1999 se formalizó la extensión, permitiendo abrir nuevos espacios, conseguir mayores apoyos y establecer renovadas alianzas, extendiéndose así a otras localidades de la región como Los Andes, San Felipe, La Ligua, Quillota y San Antonio. El festival en Valparaíso tiene también su expresión callejera, y es así, que junto al del municipal, se habilitan otros escenarios menos convencionales, como el espigón del puerto y las plazas Sotomayor y Aníbal Pinto. También el teatro Mauri y el Centro Cultural ex cárcel de Valparaíso, abren sus puertas al festival. Pero el Festival Teatro a Mil no solo crecía geográficamente, sino que presentaba también una cartelera cada vez más contundente, consolidándose como uno de los eventos culturales claves del verano santiaguino. En esta sexta versión, participaron 30 montajes nacionales e internacionales, muchos de los cuales había sido parte de la temporada teatral inmediatamente anterior, pero cada vez más, también, se trataba de espectáculos que elegían al festival para su estreno. El gran favorito entre los montajes extranjeros invitados a esta sexta versión, fue “Las abarcas del tiempo”, bajo la dirección de César Brie, con el Teatro de Los Andes de Bolivia. Brie, de nacionalidad argentina, fundó su grupo en 1991 en Yotala, una pequeña ciudad cercana a Sucre, con características de un laboratorio de creación. Allí hizo sentir la huella de su paso por el Odín Teatret, la agrupación danesa de la que formó parte entre 1979 y 1988. Otra novedad de esta sexta versión del Festival la constituyó la inclusión en el programa, por primera vez, de una compañía de regiones. SAE trataba del Teatro del Maule, que llegó al escenario de la estación Mapocho con el montaje “Lafquén Ghulmen” de Constanza Pérez. Entre los estrenos nacionales, se contó “Mun Chile” de la compañía Anderblú, con dirección de Rodrigo Achondo. También se presentaron “Calígula”, de la compañía Impasse y bajo la dirección de Francisco Pérez Bannen; “Jethro o la guía de los perplejos”, de Benjamín Galemiri y “Nadie es profeta en su espejo”, de Jorge Díaz, ambas a cargo de la compañía El Bufón Negro, y “AM, Amplitud Modulada” y “De ángeles y alcohol” con el teatro La Loba de Rodrigo Marquet. Las voces jóvenes resonaron con “Chocolate amargo”, de Jessica Vera, y “Le puede pasar a cualquiera”, con el Teatro de la Mancha, dirigido por Rodrigo Malbrán.
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