Licenciado en arte de la Universidad Católica y diplomado en Dramaturgia
Creativa y guión del Centro EAC, Artes de la Comunicación
de la Universidad Alberto Hurtado. Castillo reparte su tiempo entre la
pintura y el diseño de frases radiales para Cooperativa. Un poder
de síntesis en las palabras que puede ser o no conectado a las
síntesis de su cuadros, que se pasean entre el imaginario de los
pintores de la Independencia y la actual Globalización.
De esto y otras cosas conversamos en el Centro Cultural Gabriela Mistral,
en una de sus últimas exhibiciones.
¿De qué se trata esta selección
de obras del 2002 al 2004?
En esta oportunidad quise mostrar cosas más plásticas. Yo
sigo dos líneas que tienen un mismo hilo conductor pero que se
diferencian en que una es más “búsqueda” y la
otra es más “crónica”. Aquí se trata
de agarrar cosas de distintos campos de lo visual, algo así como
una “cazuela”: meter una papa aquí, un zapallo allá,
un pedazo de lo que quieras así como las cazuelas que se arman
muchas veces.
Si esta es la parte plástica,
qué sería lo otro…
Es más gutural y conceptual, y a su vez más narrativa y
descriptiva de que yo quiero trasmitir en relación a los procesos
híbridos y lo que nos ha pasado en Latinoamérica como producto
de nuestra Independencia. Hoy con la Globalización cobra más
sentido la idea de lo postmoderno, es decir, la idea de que nosotros somos
postmodernos hace casi 200 años según lo que nos dicen nuestras
mixturas.
¿Te refieres a este
imaginario fragmentado, este "collage postmoderno", que al mismo
tiempo tiene una visión histórica hacia atrás?
Sí.
¿Cómo concibes
esa mezcla?
Trato de rescatar cosas locales. Uno de mis fetiches culturales visuales
es el mulato Gil de Castro, que es el pintor de la Independencia. A él
lo trataron de nominar así en toda Latinoamérica porque
así como pintó a San Martín, acá en Chile
pintó a O’Higgins y a la nobleza criolla de esos tiempos,
con esa mezcla de sincretismo que produjo el pintor de lo originario.
Tal vez él tuvo un maestro europeo que le enseñó
a pintar, pero al final terminó pintando como el creía que
debía hacerlo.
Como Diego Quispe Tito en
Perú.
Claro. Por ejemplo, hace poco vino al Bellas Artes una exposición
de Brasil donde se podía apreciar este fenómeno: la mano
de obra siempre fue local aún cuando traían cultura cristiana
lo que resultaba una cuestión de expresionismo pero de esos años.
Una Virgen María de dos metros versus un Cristo de 80 centímetros
es algo que llama la atención por la desproporción. Era
la manera de graficar la protección que le da a la Virgen.
¿Esto sería
distorsionar los elementos de una pintura en función de una idea
o una carga ideológica?
Porque el imaginario latinoamericano es muy rico en este collage por la
mezcla cultural y religiosa, cosa que se refleja en tus cuadros.
Sí, yo trato de agarrar cosas de todos lados. En esta exposición
hay algo más abstracto porque trato de mezclar códigos al
final, mancha con contra líneas, figura versus algo súper
abstracto.
Esto es una visión
personal, pero en alguna medida hay ciertas imágenes que me evocan
a Giger o a Lovecraft, es decir, un imaginario onírico, a veces
medio pesadillezco.
Sí, puede ser, mis orígenes dentro del arte eran bastante
góticos, también figurativos. Tenían harto que ver
con todo lo que es Bacon, gente en un proceso de mutación, un movimiento
medio tortuoso al final.
¿Lo que buscas en
tus cuadros es una síntesis de algo no? Porque está claro
este concepto de la cazuela que mezcla todo, pero esto no significa poner
los elementos porque sí, no es sólo pegar elementos aleatorios
y randómicos… ¿Hay una búsqueda de la síntesis?
Sí, yo creo que todo lo trato de encaminar a una lectura
propia al principio, pero que también tenga lecturas múltiples,
buscando una confrontación. Algo muy figurativo, versus una abstracción.
Mezclar estilos para crear algo nuevo. Lo nuevo sería la síntesis.
Polioteístico, ecléctico, bastardo,
mixto, fragmentario.
Esos son algunos de los adjetivos que me han dado amigos y críticos
por no tener una madre visual sino que muchas madrastras por todas partes.
¿De todos modos es
una apuesta súper arriesgada no? Porque quizás es difícil
de clasificar y de validar estéticamente, no en términos
de bonito o feo, sino que intelectualmente.
Sí, es que yo creo que estamos dentro de ese proceso histórico,
una vez que pase tal vez haya una clasificación o denominación,
pero claro, hasta yo mismo me confundo a veces. O sea, hasta cuando hablas
de esta confrontación estamos funcionando como una mezcla, entonces
después vuelvo para atrás y digo “no estamos funcionando
como una mezcla”, porque hay cosas que están sueltas todavía,
que no calzan, que no funcionan, que se están introduciendo a la
fuerza dentro de contextos que son forzados, es una cuestión forzada.
¿Tú crees que
la globalización tiene una estética propia?
Sí, yo creo que sí, aunque hay que estar bastante
actualizado en todo para ir entendiendo lo que pasa día a día.
Pero no es definible en ningún caso esta gran estética que
se produce. Este gran ataque visual que se provoca da para mucho. Este
zapping donde no estás apretando el botón sino
que te llega todo sin hacer nada. Entonces, información tienes
para rato, hay demasiada, ya no hay más de dónde agarrarse
como para seguir trabajando muchas veces en arte. Yo creo que hoy en día
más que nunca hay temática para todo. Hoy es el súper
modelo de la globalización pero después va a ser China el
otro polo del gran modelo y tal vez va a pasar otra cosa. Entonces todos
los días está pasando algo y todos los días hay que
estar refrescando “la galería de imágenes que tienes
a disposición”.
¿Cómo luchar
contra el mal gusto en esta globalización y todas estas influencias
inorgánicas?
Es cosa de jugar con ese mal gusto ya que depende del contexto en que
colocas los elementos. Si a lo kitsch le pones algo pop
ya no es kitsch, es pop, es un trozo de cultura que
estás rescatando. Esa es la gracia de poder encerrar algo en un
cuadro, lo estás separando del muro y puedes jugar harto con eso.
¿Acaso la pintura
expresionista de la época de Gil de Castro no era de mal gusto
al situar una inmensa Virgen con un Cristo chico al lado? Seguramente
esto viene de una intención ingenua de la época …
Yo creo que sí, pero ese arte está más enfocado
para evangelizar a otras personas, el público objetivo de esa cultura
no era el criollo educado en Europa.
Era ideológico.
Había que acercar a la gente hacia la religión
Católica, entonces no podías colocar una imagen tan perfecta.
Además, al ser local la mano de obra se provocó una cuestión
evangelizadora donde las obras tenían más relación
con ellos mismos, ellos entendían más lo que estaba pasando
y ahí se provocó el sincretismo: siguieron haciendo macumba
en Brasil pero ahora adorando a un Cristo o a una imagen de un Cristo. |